
Imposibilidad de ver a la hija dejó a joven con grave enfermedad.
Expareja lo acusó de abusos deshonestos contra la niña e inició un proceso legal.
Un joven de solo 25 años vio cómo su vida dio un giro de 180 grados hace cuatro años, cuando lo convirtieron en un villano para su hija de tres años y medio y lo alejaron de ella, por una falsa acusación de abusos deshonestos contra la menor, interpuesta por su expareja.
De inmediato el joven inició una lucha por probar que la acusación era una mentira, objetivo que logró tras una serie de pruebas a las que sometieron a la niña, pero desde 2013 empezó también una demanda de régimen de interrelación familiar.
Él soñaba con ver de nuevo a su hija, pero su proceso se enlodó. Lo sometieron a todo tipo de evaluaciones psicológicas, aunque ya había probado su inocencia absoluta en sede penal, esto le causó un desgaste físico y emocional.
“Hoy ha sido uno de los días más tristes de mi vida profesional... (…). Su madre, siempre a su lado, lucía fuerte, pero sus ojos siempre delataban el sufrimiento que la consumía. Su padre igualmente le brindó su apoyo incondicional. Una familia unida, luchando contra la más horrible de las acusaciones que pueda sufrir un ser humano. Por su lado, la mamá de la niña, disfrutaba la separación paterno-filial, no mostraba ni un ápice de dolor o compasión hacia el padre de su hija”, menciona Eugenia Quesada, presidenta de la Fundación Instituto de Apoyo al Hombre (Fundiapho).
Ella contó a La Prensa Libre que, tras cuatro años de lucha, el joven quedó con una grave enfermedad que ahora le impide ver por su hija.
Quesada calificó como “muy triste” el caso del joven y le contó que varios hombres le han escrito para contarle que pasan por situaciones similares por falsas acusaciones.
La abogada contó que la relación del padre con su hija era excelente, incluso la cuidaba en su casa, donde vivía con los papás, mientras que la madre de la menor estudiaba y trabajaba.
Según cuenta, la muchacha de 23 años es oriental, por lo que trabajaba en un restaurante con el papá.
“Todo iba perfecto, pero viene la entrada al kínder y la mamá quería que la niña estuviera en una institución oriental y el papá en una costarricense, entonces a partir de ahí inicia una problemática y un día él llega a recoger a la niña y le dicen que ya no se la van a prestar más, a prestar como si fuera un zapato”, contó.
Lea: Directora del Hospital de Guápiles: “Solo Diosito nos protegió”
Averiguando lo que ocurría, le notificaron al joven sobre la demanda en su contra por violencia doméstica y una penal por abusos deshonestos.
Ante esta acusación, la familia del muchacho colapsó y buscó asesoría en Fundiapho, Eugenia era quien le ayudaba. Ella contó que el proceso fue agotador porque les metía demanda tras demanda, las cuales se acumulaban.
“Ella tenía otra pareja y ya la chiquita le decía papá a él, entonces ya no necesitaba al muchacho y más bien le estorbaba”, mencionó.
Ayer, ellos tuvieron una audiencia para definir el régimen de visitas para el padre, pero él estaba mal.
El joven desde hace aproximadamente nueve meses cayó en una depresión severa que le causó una serie de padecimientos, incluso, perdió aproximadamente 50 libras y quedó imposibilitado para ver a la niña.
“La chiquita todavía pregunta por el papá, el muchacho lo único que hizo ayer fue llorar en la audiencia y le expresó a la madre el dolor que le habían causado, el daño terrible que le habían causado.
Cuando ya esta niña en las múltiples pruebas que le hicieron decía que quería ver a su papá con gran ilusión, entonces la mamá fue cediendo y ayer, el abogado de ella nada más nos dijo, 'bueno, ahora sí, borrón y cuenta nueva y que se vuelvan a relacionar otra vez'”, comentó.
De acuerdo con Quesada, para su representado esto fue como “una patada”, pues incluso no pudo terminar su carrera de Arquitectura, pues el padecimiento que tiene es prácticamente irreversible.
La abogada comentó que ella tiene hijos hombres, y que “yo digo, qué peligroso, porque el Inamu nos vende la imagen del hombre como pareja y no nos pone a pensar que igualmente son hombres nuestros hermanos, nuestros hijos, primos, amigos”.
Para la mamá del joven, el sentimiento fue de impotencia, al ver lo que ocasionó lo dicho por la muchacha aún sin pruebas, y pese a que la niña decía que el papá era bueno y qué no sabía por qué se había ido.
“Lo dicho por ella es suficiente para arruinar a un muchacho que tenía todo un futuro maravilloso por delante, y sin haber hecho absolutamente nada más que ser buen papá”, finalizó Quesada.
Escrito por: Sharon Cascante
Fuente
0 Comentarios